miércoles, 31 de octubre de 2012

MARÍA GOYRI, LA FEMINISTA




En la España machista de la última década del siglo XIX, despertó gran interés la virulencia de las campañas feministas en Inglaterra y Francia.
Con expectación malsana y satírica, muchos lectores de la revista La España Moderna, leían la sección en que se recogían las noticias sobre la lucha del feminismo llegadas desde el extranjero.
María Goyri, una mujer audaz y liberada, tenía que solidarizarse con sus compañeras de causa, y así defendió públicamente las avanzadas ponencias de Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal en el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués-Americano de 1892.
Portada de la revista
"La España Moderna"
Doña Emilia Pardo Bazán pidió el acceso de la mujer a todos los estadios culturales, el derecho a desarrollar cualquier tipo de actividad laboral y profesional, y como medio de evitar la discriminación, pedía la coeducación en todos los niveles educativos.
Para algunos asistentes, se consideró escandaloso el tema de la coeducación, por considerarlo inadecuado a la instrucción femenina (así opinaba, por ejemplo, la directora de la Escuela Normal de Maestras, doña Carmen Rojo), pero la mayoría acogió con entusiasmo aquella propuesta, como le ocurrió a María Goyri.
La joven sabía lo importante y saludable que había sido para ella la convivencia con niños en su infancia, y lo que ésta le había enseñado a comportarse con naturalidad desde la infancia; no podía olvidar su paso por la academia de dibujo, y su camaradería con los compañeros varones.
Concepcion Arenal 1.jpg
Concepción Arenal
En el mismo congreso, doña Concepción Arenal, con sus 73 años, presentó una moción en que alineaba los deberes y los derechos de las mujeres, y entre estos últimos, colocó en primer lugar el de la enseñanza y el de la cultura física, punto bastante conflictivo ante el que muchísimas maestras mostraron su oposición. Consideraban inaceptable una asignatura que propiciara el deporte para la mujer. María Goyri se levantó y defendió ardorosamente la tesis de Concepción Arenal, arrancando un gran aplauso, y Emilia Pardo Bazán fue hacia ella y la abrazó.

Esta mujer tan avanzada, tan adelantada a su tiempo, dotada de tan gran personalidad y carácter, no resultó para la conservadora familia de Ramón Menéndez Pidal la mujer ideal. Habrían preferido para su hijo otro tipo de mujer, alguien más tradicional. En aquella época existían grandes prejuicios para una señorita que estudiaba, y más en el caso de María, cuya asistencia a la Universidad suponía una audacia que rayaba en el escándalo. También les predisponía en contra de ella el suponer que el apartamiento religioso de Ramón se debía a su influencia.
Difícil, muy difícil para una mujer en su época, progresar como ella lo hizo, pero se trataba de una mujer de firme voluntad, fiel por completo a sus convicciones.

En el 1898, María tenía tribuna pública en la Revista Popular , de arte, educación, literatura, política y sociología, donde tenía por compañeros a Francisco Giner, Joaquín Costa, Julián Besteiro... María tiene una rúbrica titulada Crónicas femeninas. Según María Goyri, en el trabajo de la mujer fuera de su hogar, todo estaba por hacer y que había que comenzar por fomentar en ellas una conciencia clara para desterrar la idea de que realizar un trabajo remunerado era rebajarse, ya que estaba demostrado que, por su inteligencia, por su capacidad, la mujer podía y debía participar en la sociedad en igualdad de condiciones que el hombre.
Edificio del Instituto Internacional de la Calle Miguel Ángel,
primera sede del Instituto -Escuela
Y así lo fue demostrando con su ejemplo, a lo largo de toda su andadura. María dedicó su vida a la investigación de todo lo relacionado con la Filología y con la Historia, y no debemos destacar únicamente su trabajo junto a su esposo en el inventario de las diferentes versiones de transmisión oral del archivo del Romancero, sino que es preciso reconocer la relevancia de su tarea docente en el Instituto Escuela y sus distintos estudios acerca de Lope de Vega.
Cuando, a finales de 1955, falleció María Goyri, la gran biblioteca-archivo que era su casa de Chamartín, quedó desamparada.
Ramón Menéndez Pidal
A mediados de los sesenta, cuando la historiadora Antonina Rodrigo visitó a Ramón Menéndez Pidal para consultarle sobre los romances de la heroína liberal Mariana Pineda, confesó: "Si estuviera mi mujer, seguro que le ayudaría; ella lo sabía todo". María Goyri, a su muerte, se había llevado las llaves de los archivos del sabio.

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