jueves, 21 de marzo de 2013

QUIENES TOMAN LAS DECISIONES



Policías registrando el domicilio de la gerente del FMI, patriarca ortodoxo disponiendo de los fondos de la Iglesia para el rescate bancario, asesor jurídico de la Casa Real declarando como testigo en el caso Urdangarín, con temblor en las piernas... mientras el pueblo soberano pasa alternativamente de las preguntas sobre cuándo sus hijos encontrarán empleo a si el marido de la infantita o el señor de la peineta llegarán o no a pagar con penas de prisión sus actos dolosos...

Espero que no ocurra con semejantes figuras algo parecido a lo que ocurrió con un tal Bernardo de Lippe Biesterfeld hace ya bastantes años.

No sé si os suena de algo tan pintoresco personaje, pero puedo deciros que tiene un curriculum, cuando menos, digamos... interesante.
Este señor, nacido en 1911, hijo de un tal Príncipe Bernardo Casimiro de  Lippe Biesterfeld, fue miembro de las juventudes hitlerianas, (concretando más, podemos decir que de joven se afilió a varias organizaciones nacionalsocialistas, como el NSDAP, las SA y una rama especial de las SS, lamada la "Reiter SS") aunque decían sus partidarios que no era un nazi convencido, sino que estas afiliaciones le permitían adquirir nuevos contactos y fomentar sus intereses personales. Afirman que la pertenencia a estas organizaciones era necesaria para acceder a distintas posiciones en la Alemania de la época.
Astuto el muchachito ¿no?
Bernardo de Holanda


 El caso es que de algo debieron servirle los contactos adquiridos cuando, años después, se dedicó durante un tiempo al tráfico de armas. Bernardo de Lippe Biesterfeld, convertido en el príncipe Bernardo de Holanda, fue autor del delito por el que debería haber sido condenado a prisión, pero nunca llegó a ingresar en ella, porque la Jefa de Estado de su país, amenazó con dimitir si Bernardo era llevado a juicio ¿Y quién era esta jefa de estado? Pues su mujer, la reina de Holanda, Juliana I, abuelita de la recién estrenada soberana.

Es cierto que el príncipe negó haber pertenecido a estas asociaciones, pero su pertenencia está lo suficientemente acreditada y documentada.

Aunque la mayoría del pueblo holandés lo consideraba una figura encantadora y popular, su vida estuvo llena de escándalos, como cuando se demostró, en 1976, que había aceptado un soborno de 1.100.000 dólares de la Lockheed Corporation (se negó en redondo a responder a las preguntas de los periodistas alegando "yo estoy por encima de esas cosas"), o cuando se dieron a conocer sus aventuras extramatrimoniales, incluyendo la compra de un apartamento en París para su amante Hélène Grinda, o la existencia de su hija ilegítima con ésta, y de Alicia, su segunda hija ilegítima, que vivía en Estados Unidos.

Estandarte de Bernardo
como príncipe consorte
de los Países Bajos
El caso es que, aunque no fuera sometido a juicio por lo de la Lockheed, hubo de renunciar a su posición como Inspector General de las Fuerzas Armadas de los Países Bajos y aceptó no volver a vestir de uniforme. No se trataba de una pena excesiva por haber cometido lo que él mismo calificó de el "vergonzoso error" de haber aceptado una comisión ilegal de más de un millón de dólares.


Hasta aquí, lo que nos podría servir de ejemplo a nuestra situación, pero no queda en esto el estudio sobre las actividades de este ilustre señor.

Su mayor mérito es, sin duda, el haber sido creador del CLUB BILDERBERG, el más importante de los selectos clubes que toman las decisiones en los países occidentales.

Porque no nos engañemos, estas Naciones Unidas, tan democráticamente deficitarias, tan sólo nos representan teóricamente, y lo mismo podríamos decir, desde el punto de vista de la representación democrática del Fondo Monetario y del Banco Mundial, y... ¿para qué meternos en honduras con el tema del G-20, un grupo de 20 países que se arroga, porque sí, la representación económica de todo el mundo?


Arcadi Oliveres
Este tema, si bien ya lo tenía bastante asumido, se me ofreció, a decir verdad, en toda su claridad y transparencia escuchando al economista Arcadi Oliveres, cuando cuestionaba la existencia de un G-20 donde debería haber, en realidad, un G-192, si queríamos atender a la realidad de los países existentes. En esa misma conferencia en que hablaba de la cuestión de la no representatividad de estos organismos fue donde acometió la importancia del Club Bilderberg, el de los selectos que deciden por todos, y esta idea la amplía en uno de los capítulos de su libro "Detengamos la crisis (Las perversiones de un sistema que podemos cambiar)" en el que habla de la manera en que el citado G-20 que se otorga la representatividad de todo el mundo para resolver una crisis que él mismo ha provocado, cuando en realidad los auténticos centros de decisión se encuentran en una especie de clubes secretos, que ni siquiera son públicos.

En 1954 tuvo lugar la primera reunión de este club, propuesta por el consejero político polaco Joseph Retinger, que preocupado por el antiamericanismo que estaba causando el Plan Marshall en Europa decidió reunir a los líderes europeos para promover el entendimiento entre ellos, y entre los invitados se encontraban el príncipe Bernardo de Holanda, que decidió promover la idea, y el primer ministro belga Paul van Zeeland. Plantearon que a las reuniones tenían que acudir dos invitados de cada país, uno conservador y otro progresista.
El presidente de este club de élite fue Bernardo de  Lippe Biesterfeld, que ostentó este cargo hasta su muerte, en 2004, y mira por donde, la hija de este señor, la recién abdicada reina Beatriz de Holanda, es la accionista más importante de la segunda empresa mundial del petróleo, Shell, que acumula un montón de acusaciones por supuestos crímenes cometidos en Nigeria.


Hotelito donde se reunió
por primera vez el club Bilderberg
En el club Bilderberg las decisiones son tomadas por banqueros, políticos jubilados y medios de comunicación (lo que se llama poderes fácticos) y nació como un grupo de tertulia que se reunía en un hotelito llamado Bilderberg, cuyo nombre pasó a ser el ostentado por el club, que reflexionaban una vez al año sobre cuestiones económicas.
Participaba David Rockefeller, accionista de la Exxon, la empresa petrolera más importante del mundo.
Pues bien, el presidente y Paul van Zeeland, constituido en secretario, comenzaron a convocar a periodistas, banqueros, ex primeros ministros, ex secretarios de la OTAN, ex directores de la CIA, antiguos presidentes de la comisión de las comunidades europeas, y otras personas con cierto peso económico.


De las cien o ciento cincuenta personas que en la última semana del mes de mayo de cada año se reúnen, la mitad, aproximadamente, tiene carácter permanente.

El comité de dirección mantiene un registro de los nombres de los asistentes y detalles de contacto, con el objetivo de crear una red informal de individuos que se pueden invitar unos a otros en privado.
¿Cuál es el propósito declarado del grupo Bilderberg? "Hacer un nudo alrededor de una línea política común entre Estados Unidos y Europa en oposición a Rusia y al comunismo". Pero este objetivo, con la evolución histórica, ha cambiado fundamentalmente.

El club Bilderberg se mueve en un terreno indefinido, entre la legalidad y la ilegalidad, entre la existencia pública y el secretismo, reuniéndose cada vez en lugares diferentes, en reuniones en las que no hay orden del día, pues los temas a discutir dependen de la actualidad del momento, y de las que no se levanta acta, pues, en teoría, no se toman decisiones vinculantes, porque no forman parte de ninguna organización oficial, pero lo que se acuerda allí, tiene consecuencias importantes. Y sí que queda constancia de los nombres de quienes concurren cada vez.


 Forma parte del grupo permanente un representante de la familia Wallenberg, que desde el siglo XIX controla las grandes empresas de Suecia (ASEA, Ericsson, SAS, SAAB...) El fundador del imperio, Marcus Wallemberg, murió en 1943, pero sus nietos y nietas continúan su labor, y una de ellas, Nane Marie Annan, casó con Kofi Annan, (secretario de las Naciones Unidas entre 1997 y 2007) el actual gerente del Club Bilderberg.

 

      Matías Rodríguez Inciarte                  Jaime Carvajal y Urquijo                        Kofi Annan
    
España tiene dos asistentes fijos: el Rey Juan Carlos y Emilio Botín, aunque ninguno de los dos aparece personalmente, sino que delegan su asistencia en otras personas. Así, Emilio Botín se hace representar por quien tiene el tercer sueldo más importante del Santander, Matías Rodríguez Inciarte, (en su día, ministro de la extinta UCD), mientras que el monarca Español envía a su mujer, Sofía, o bien a Jaime Carvajal y Urquijo.

Pero España, aparte de los miembros fijos, manda cada año otros representantes, como Esperanza Aguirre, que acudió en 2008, o Juan Luis Cebrián, que lo hace con bastante frecuencia.

¿Es relevante la mano de esta organización en temas de interés general? Podríamos destacar que, antes de ser candidato a la presidencia, un prácticamente desconocido Bill Clinton fue presentado en este distinguido club, para convertirse al año siguiente en Presidente de los Estados Unidos, y que, en 2008, uno de los esporádicos que acudió, fue Barack Obama, para que el club diera el visto bueno a su candidatura. El mismo año que Bill Clinton, se invitó a la reunión un diputado laborista poco popular, llamado Tony Blair, que poco tiempo después fue nombrado primer ministro.

O sea, que nos encontramos con que las decisiones de mayor calado de la sociedad occidental son tomadas por un grupo en que se integra la élite de personas más influyentes del mundo, destacando, entre sus miembros, casas reales, presidentes y ministros, representantes del Banco Mundial, principales empresas de comunicación... que se reúnen cada año bajo estrictas medidas de seguridad y aseguran que asisten como ciudadanos privados, aunque a ninguno de ellos se le permite dar información alguna de los contenidos discutidos durante los encuentros. Nadie puede comprar una invitación, pese a que muchas multinacionales lo han intentado.
La pregunta es: ¿Cuál es la motivación de su hermetismo?
El Club ha sido administrado desde el principio por un núcleo reducido de personas, nombradas en 1954, como indico más arriba,  por un comité de sabios, en su mayoría norteamericanos y europeos. Las invitaciones se mandan a personas importantes y respetadas de quienes se espera, a través de su conocimiento especial, sus contactos personales y su influencia en círculos nacionales e internacionales, puedan ampliar los objetivos del Club. Bajo esta aparente inocencia se esconde la verdadera misión del Club Bilderberg: mover los hilos desde la sombra.

Bueno, y a todo esto ¿cómo es que, redactando, redactando, he llegado hasta este punto?
Si yo empecé esta entrada con una referencia al registro del domicilio de Christine Lagarde, a la situación de Chipre y a la declaración del Conde de Fontao... Es que, lo mismo que a veces, hablando y hablando se le va a una calentando la boca, a mí, escribiendo y escribiendo se me va el dedo de una tecla a otra y... aquí está el resultado.


 Pero quizás sea mejor dejar de extenderme sobre el tema.

Si tenéis interés en profundizar sobre este asunto, lo mejor que puedo hacer es recomendaros un libro: "La verdadera Historia del Club Bildelberg", de Daniel Estulin.

Leedlo. Ya me contaréis.




















lunes, 4 de marzo de 2013

LAS UVAS DE LA IRA, LA MARCHA SILENCIOSA Y UNAS CUANTAS COSAS MÁS



Mientras marchábamos el sábado, día 2 de marzo, silenciosamente, por las calles de Cartagena, como homenaje a Guillermo Santos, víctima de la crisis económica, parado, casado y padre de 3 hijos, refugiado en casa de la abuela de su mujer, por haber sido desahuciado de su casa, y que a los 45 años optó por el suicidio, incapaz de seguir luchando, comentábamos entre los asistentes lo imposible que habría sido hace tan sólo treinta, o veinte, o incluso diez años, imaginar que hoy nos hubiéramos podido encontrar en la situación en que hoy nos encontramos… 
en esta situación de retroceso en el estado del bienestar, en esta situación de precariedad, de pérdida de las libertades, en esta situación de antidemocracia creciente… y evoqué  la primera vez que visioné “Las uvas de la ira”, el impacto que me causó esta película, y la emoción contenida con que, años después, me entregué a la lectura de la novela de John Steinbeck, del mismo título.


Esta obra de ficción, inspirada en la realidad histórica de la crisis del 29, retoma hoy su actualidad, ante la realidad del momento que jamás nos imagináramos que nos llegaría a tocar vivir en pleno siglo XXI.

Las uvas de la ira es la crónica de una familia depauperada en su viaje hacia una tierra de promisión, buscando trabajo y mejores condiciones de vida. No se trata de una obra moralizante, ni tampoco de propaganda, sino de un libro tremendamente realista en que unos personajes llenos de profundidad y humanidad, ser muestran como auténticos luchadores, que no dudan en denunciar los abusos del poder y la despiadada crueldad y desamparo que sufren los más débiles.

La dignidad de la ira la contemplamos en estas palabras de Steinbeck: 

«…y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia».


El autor nos enseña en su novela el poder potencial del hombre común si el «Yo» se convierte en «Nosotros», y es ésta la mayor enseñanza de la obra, la que deberíamos asimilar y poner en práctica, pues sólo colectivamente podremos escapar a la presente realidad y luchar por su transformación.
En el principio de la novela, Tommy, el segundo hijo de la familia Joad, que ha pasado algunos años en prisión por haber matado en defensa propia a un hombre, regresa a casa, para encontrar su hogar vacío. 
Se dirige  entonces a la granja de su tío John, para encontrarlos ahí reunidos a todos. El tío, que vivía solo, ha recogido a su hermano, con toda su familia, formándose ahora una nueva unidad familiar, compuesta por 12 miembros, que se ven obligados a emigrar para intentar sobrevivir.


Todos están de acuerdo en que allí ya no pueden seguir y la familia Joad, despojada de sus tierras, emprende el viaje a California.
Aun encontrándose en libertad bajo palabra, Tommy les acompaña, a pesar del riesgo de que la policía le detenga y devuelva a la cárcel. Después de vender todas sus pertenencias, matan los animales, preparan su carne para llevársela, y cargan lo poco que les queda en el camión que compraron con sus ahorros. La familia no está dispuesta a separarse, en la confianza de la fortaleza que les da su unión.


California… el fértil, el próspero estado de California se convierte en su sueño, en la ilusión de encontrar nuevas tierras en las que asentarse.
A lo largo de la obra permanece inalterable el sentimiento del amor. La tierra se ha perdido; la familia, irá dividiéndose en función de los continuos avatares, pero a pesar de todos los sufrimientos, de todas las agresiones sufridas, el amor está siempre presente, haciéndose patente en la figura de la madre, una madre (Ma Joad) que lucha por mantener unida a su familia por la fe en un futuro mejor.

Conforme se multipliquen las adversidades, lejos de dividirse, la familia continúa unida, aunque sufriendo una transformación: El amor por la tierra y amor por la familia se va convirtiendo en un amor al prójimo que alcanza dimensiones universales. Es éste el gran mensaje de la novela: El valor de la SOLIDARIDAD. Y Steinbeck lo expresa claramente en esta frase: “Si tienes problemas o estás herido o necesitado... acude a la gente pobre. Son los únicos que te van a ayudar... los únicos».


A lo largo de la novela vemos la desgracia y degradación que se acumulan sobre la familia Joad, y la manera en que, sin embargo, su sentido de justicia, familia, y honor nunca desfallece. Porque el autor creía que mientras la gente mantuviera un sentido de injusticia, un sentido de cólera contra los que trataban de menoscabar su amor propio, nunca perdería su dignidad.
Tom Joad, que se ve obligado a matar a un policía en una lucha por la dignidad de los trabajadores, es el símbolo de todos los trabajadores pobres maltratados que se niegan a ser vencidos


La cólera y la ira de Tommy contra los que querían que se acobardara, son la cólera y la ira de Steinbeck, cólera e ira que se dirigen contra los opresores: los banqueros que robaban las granjas, los terratenientes de California que trataban a los trabajadores como alimañas, y la policía que se ponía de parte de los ricos y brutalizaba a los trabajadores, lo que podemos apreciar en este fragmento del diálogo entre Tommy y su madre: 


«–Ya lo sé, Madre. Lo estoy intentando. Pero esos ayudantes del sheriff... ¿Has visto uno alguna vez que no tuviera el culo gordo? Y menean el culo y muestran su revólver por ahí. Madre –dijo–, si ellos estuvieran trabajando con la ley, lo podríamos soportar. Pero no es eso. Su trabajo es minarnos la moral. Intentan que estemos encogidos, arrastrándonos como una perra apaleada. Tratan de destrozarnos. Por Dios, Madre, llega un momento en que lo único que uno puede hacer para conservar la dignidad es atizarle a un policía. Nos están comiendo la dignidad».
La despedida de Tom de su madre alcanza dimensiones épicas: «En donde haya una pelea para que los hambrientos puedan comer, allí estaré. Donde haya un policía pegándole a uno, allí estaré. Si Casy sabía, por qué no, pues estaré en los gritos de la gente enfurecida y estaré en la risa de los niños cuando están hambrientos y saben que la cena está preparada. Y cuando nuestra gente coma los productos que ha cultivado y viva en las casas que ha construido, allí estaré, ¿entiendes?».


Y es en la disertación de la madre, Ma Joad, al final de la obra, donde reside la enseñanza final, la lección de la esperanza, en este enaltecimiento de la gente del pueblo, de la gente común. A los censores de la versión cinematográfica de esta novela les facilitó enormemente la tarea la polisemia de la palabra “people”, cuyo significado puede adoptar diversas acepciones - personas, gente, pueblo, nación, habitantes, familia, amigos… - y en el doblaje se optó por la utilización del término menos ideologizado: “gente”,  (yo lo habría traducido por “pueblo”) todas las veces que aparece a lo largo del parlamento – más bien un manifiesto -  de esta madre del pueblo, como si acaso la sustitución de un término por otro pudiese, realmente, descarnar de ideología el discurso:  


«Nunca más voy a tener miedo. Pero lo tuve. Por un momento pareció como si nos hubieran derrotado. Derrotados por completo. Parecía como si no tuviéramos a nadie en todo el mundo, sólo enemigos. Como si nadie siguiera siendo amistoso. Me hizo sentir bastante mal, y también asustada, como si estuviéramos perdidos y a nadie le importara… Los ricos van y se mueren y sus hijos no sirven para nada y van desapareciendo. Sin embargo, Tom, nosotros seguimos surgiendo. No te inquietes, Tom. Llegan nuevos tiempos, distintos.–Tranquilo –dijo ella–. Debes tener paciencia. Mira, Tom... nosotros, nuestra gente, seguirá viviendo cuando estos otros hayan desaparecido. Escucha, Tom, nosotros somos el pueblo que vive. No nos pueden borrar del mapa. Nosotros somos el pueblo, nosotros seguimos adelante...».

John Steinbeck


En esta emotiva escena final, en este parlamento y en otras muchas cosas fui pensando el sábado mientras que, por las calles de Cartagena, transcurría la marcha silenciosa.
Nosotros seguimos surgiendo, nosotros somos el pueblo que vive. El pueblo, a pesar de todo, sigue adelante.