lunes, 21 de enero de 2013

LAS SABINAS, MANIFESTANTES PACIFISTAS

El rapto de las sabinas, leyenda que permanece en el relato de los orígenes de Roma, ha sido reproducido en obras de arte, literatura, cine...
Pintores como David, Poussin, Girolamo del Pacchia, Bazzi, Rubens, Picasso, Pancho Álvarez, Luis Juan... escultores como Giambologna, Juan de Bolonia, Paragone, Bernini... películas como Romulus, El rapto de las sabinas, Siete novias para siete hermanos... hacen referencia desde diferentes perspectivas a distintos aspectos del mismo episodio de la historia de Roma que, en su día, nos relató Tito Livio.
El rapto de las Sabinas,
de Giambologna

En la ciudad repleta de hombres que fundó Rómulo, no tenían mayor perspectiva de futuro que la del tiempo que duraría lo que durasen sus habitantes. Necesitaban mujeres para que el pueblo no se extinguiera.
Rómulo invitó a los pueblos vecinos a unos juegos deportivos en honor del dios Júpiter, a los que acudieron, entre otros, los habitantes de Sabinia, los cuales, no fueron hombres solos, sino acompañados de sus familias.
Durante los juegos, cada romano raptó a una mujer, y luego, echaron a los hombres.


El rapto de las Sabinas,
de Poussin
Indignadas las mujeres, los romanos, para calmarlas, les dijeron que no las habían raptado para que fuesen sus esclavas, sino para convertirlas en sus esposas, por lo que debían sentirse orgullosas de entrar a formar parte de un pueblo elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otras tareas domésticas, y serían las que gobernaran la casa..

Años después, los padres y hermanos de las mujeres, para salvar su honor, atacaron a sus enemigos para rescatarlas.
Es éste el episodio plasmado por Jacques Louis David en un lienzo, en el que no se limita a pintar la simple leyenda del rapto, sino que las mujeres aparecen  deteniendo la lucha entre los soldados de su pueblo y los romanos.
El rapto de las Sabinas, de David

Efectivamente, las mujeres se interpusieron entre ambos grupos de hombres y hablaron: si ganaban los romanos, perderían a sus padres y hermanos, y si triunfaban los sabinos, se quedarían sin sus maridos e hijos.

La obra de David refleja fielmente este momento. Ante el soldado romano, representante del poder de Roma, que aparece altivo, valiente, con la lanza en alto, una vestal intenta que los soldados dejen de luchar, una mujer alza a su hijo para que no lo maten, una señora mayor, ofreciendo su propia vida, una joven, vestida con túnica roja, se muestra desesperada, mientras otra, agachada en el suelo, intenta proteger a un niño y una muchacha rubia suplica por la vida de otro.

En ésta, más que en otras obras sobre el mismo tema, se observa con gran realismo el dramatismo que pudiera haberse mostrado en esta situación.
"Nuestros hijos son hijos de los romanos y nietos de los sabinos - dijeron - Matadnos. Preferimos morir a quedarnos huérfanas y viudas al mismo tiempo a causa de una guerra".
El rapto de las Sabinas,
de Picasso

Así, de manera pacífica, sólo con el poder de la palabra, consiguieron poner fin al enfrentamiento.
Cuenta la leyenda que ambos pueblos se hermanaron, formando un reino común que tuvo en Roma la sede de su gobierno y se dividió en 30 curias, cada una de las cuales ostentó el nombre de una de las mujeres sabinas que habían parado la guerra.

Fue ésta una de las primeras manifestaciones pacifistas de la Historia.












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