En el año 1916, con el estreno de la película “Menicelli” se
inauguró en Cartagena el Salón Sport.
Se trataba de un cine construido sobre el solar que durante
80 años había ocupado el antiguo convento de La Merced, y durante los primeros
años de su existencia, en que funcionó como mercado por las mañanas y como
salón de cinematógrafo por las tardes, estuvo regentado por la ejecutiva del
partido político denominado “El Bloque”, liderado por José García Vaso.
Diez años más tarde
se acometió la remodelación del local, bajo la dirección del arquitecto Lorenzo
Ros, y a partir de su reinauguración, en septiembre de 1927, se dedicó al uso
exclusivo como cine, un cine cuya decoración era admirada por quienes como
espectadores acudían a sus proyecciones.
Continuó llamándose Cine Sport cuando cambió de propietario,
en 1935, y continuó con esa denominación hasta que, tras el final de la guerra,
pasó a llamarse Cine Central, en 1939, nombre con el que lo conocimos hasta el
año 2000, cuando con su cierre acabó una etapa importante de la historia de la
ciudad.
Allí hemos visto la proyección de Los diez Mandamientos, de
Ana Karenina, de Las señoritas de Aviñón… allí intentábamos burlar al portero
para entrar a ver películas para mayores de 18 años, entrando con fingida
seguridad, enormemente maquilladas, para que no nos pidiese que acreditáramos
la edad mostrando el D.N.I. Allí nos hemos reído y emocionado durante nuestra
adolescencia y juventud, en esa sala que se ha ido arruinando a lo largo de los
últimos quince años sin que nadie hiciera nada por remediarlo.
Allí hay un horroroso proyecto de ocupación del inmueble
para uso de oficinas, en lugar de restaurarlo y devolverle su antiguo esplendor,
devolviéndole su antiguo uso como cine o como teatro.
A pesar de las peticiones ciudadanas, el antiguo cine
Central no volverá a recuperar su función. Con él pasará al olvido una etapa de
nuestra historia, de la historia de tantas cartageneras y cartageneros que pasamos
tantas tardes de los fines de semana con los ojos clavados en la fábrica de
sueños que para nosotras y nosotros fue su pantalla de proyección. Habrá que
dar las gracias a nuestra alcaldesa por habernos frustrado ese otro sueño de
ver restaurado y puesto de nuevo en funcionamiento el cine Central.
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