Claudio Moyano |
Me
encuentro entre quienes, en su día, criticamos que la implantación de la LOGSE
no hubiera venido acompañada de una ley de financiación de ésta, hecho que no
resulta extraño en este país en que casi todas las leyes se implantan sin ser
acompañados de la normativa sobre la manera de financiarlas.
LA LEY MOYANO
Manuel Alonso Martínez |
Pero
no siempre ha sido así a lo largo de nuestra historia, y una honrosa excepción
la constituye la Ley promulgada en 1857, más conocida por Ley Moyano. Por primera vez en nuestra historia se
decreta la obligatoriedad de la Enseñanza Primaria, y se da un primer paso
hacia la secularización de la Escuela.
Esta
ley quedó obsoleta con el paso del tiempo: un sistema que establecía la
obligatoriedad de la enseñanza durante un período de sólo tres años no podía
suponer durante mucho tiempo, por más que hubiera supuesto un primer e
importante paso, el instrumento adecuado
para la modernización de un país. Sin embargo, fue el fundamento del
ordenamiento legislativo del sistema educativo español durante más de 100 años,
pues los cambios y mejoras en educación llevados a cabo durante las primeras
décadas del siglo XX, fueron ignorados por el franquismo, que mantuvo la
vigencia de la normativa de 1857 hasta que, en 1970, con Villar Palasí, se
estableció una Enseñanza Primaria Obligatoria que abarcaba un amplio abanico de
edades y ponía, aunque limitados, los medios para la gratuidad.
Volviendo
a la Ley Moyano, que es la que nos
ocupa: En 1857, el gobierno moderado impulsó una Ley Reguladora de la Enseñanza, que
incorporó una gran parte del Proyecto
de Ley de Instrucción Pública del 9 de diciembre de 1855, proyecto que había sido elaborado
durante el Bienio Progresista por el ministro de Fomento Manuel
Alonso Martínez.
ENSEÑANZA PRIMARIA OBLIGATORIA EN TRES
NIVELES
GRATUITA PARA QUIENES NO PUDIERAN PAGARLA
Monumento a Claudio Moyano |
La
pertenencia del ministro a la Unión Liberal no supuso un problema para que,
durante el siguiente gobierno, se aprobara la iniciativa legislativa de Claudio
Moyano, basada en el
proyecto del partido opositor, que se concretó en la Ley de Instrucción Pública de 9 de
septiembre de 1857, que intentó mejorar la deplorable condición de la educación
en España, organizando la Enseñanza
Primaria en tres niveles, obligatoria para los niños y niñas entre 6 y 9 años
de edad, gratuita para quienes no pudiesen pagarla.
Se
trataba de una recopilación de decretos y normas con el fin de acabar en España
con las altísimas tasas de analfabetismo, que la tenían ubicada en uno de los
últimos países europeos en lo que a instrucción se refería.
La
decretada gratuidad de la enseñanza no se hizo realidad en todos los casos, ya
que la puesta en práctica de la norma dependía de la iniciativa municipal, o
privada según los casos.
LOS MAESTROS SE FORMABAN EN LAS ESCUELAS
NORMALES
Y SE ESTABLECIÓ ACCESO POR OPOSICIÓN
A LOS CATEDRÁTICOS DE INSTITUTO
La
Enseñanza Secundaria tenía carácter opcional y se estableció un currículo de
Bachillerato, que permaneció estable hasta 1870, cuando se suprimió el grado de
bachiller universitario, para conferirse en los institutos. También desapareció
la diferencia entre institutos de primera y segunda clase.
Se
decretó que los maestros tenían que formarse las Escuelas Normales de
Magisterio, estableciéndose una en cada capital de provincia, y ubicándose en
Madrid la sede de la Escuela Central. Para el catedrático de instituto se
estableció un sistema de oposiciones de acceso.
Se
permitía la enseñanza privada en los colegios religiosos, a los que se confirió
especial consideración, y el Estado se reservó la gestión de las universidades,
en las que debía impartirse la Enseñanza Superior.
Más
adelante, en 1887, la administración central se hizo cargo de los costes de los
institutos, que, hasta entonces, habían sido afrontados por los municipios y
las diputaciones.
Fue a
partir de aquí donde comenzó el proceso de regeneración de la educación
española.
SE CREA EL MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN
PÚBLICA
El
siglo XX nos trajo una configuración diferente de las enseñanzas y la creación
por primera vez del Ministerio de Instrucción Pública, durante la
regencia de Mª Cristina de Habsburgo, madre de Alfonso XIII, siendo su titular, desde abril de 1900
hasta marzo de 1901, el murciano Antonio García Alix.
A
imitación de Francia, que desde 1824 contaba con un ministerio encargado exclusivamente
de la enseñanza, en España, siendo el Presidente del Consejo de Ministros Francisco
Silvela, por Real
Decreto de 18 de abril de 1900 se creó en España, por primera vez un ministerio
específico para la educación, que calcó su nombre del francés: “Ministerio de Instrucción Pública y Bellas
Artes”, dejando
desde ese momento de ser el Ministerio de Fomento el encargado de su gestión.
En el
real Decreto, en la exposición de motivos para la creación de este organismo,
se deja entrever que los desastres del 98 estaban ya superados y se había
logrado una reconstitución financiera que hacía posible afrontar nuevos retos
económicos, como la creación de este nuevo ministerio, y se establecen todas
las competencias del nuevo ministerio, que, se expone: “entenderá en lo relativo a la enseñanza pública y privada en todas
sus diferentes clases y grados, en el fomento de las ciencias y de las letras,
Bellas Artes, Archivos, bibliotecas y museos”.
Tras
el articulado, se adjunta el presupuesto de gastos para el año 1900, desde el
sueldo del Ministro, inspectores y personal docente de los tres niveles de
enseñanza (Primaria, Secundaria y Superior), hasta el dedicado a
construcciones.
REFORMAS EDUCATIVAS ENTRE 1900 Y 1931
Una
vez nombrado ministro Antonio García Alix promovió intrascendentes cambios, que
respetaron la esencia de la ley, y posteriormente, a lo largo de 1903, tres
nuevas reformas tendrán lugar; la más importante, la del Conde de Romanones,
que crea una nueva figura: la de los institutos técnicos, y las dos
posteriores, destinadas a incrementar exageradamente los contenidos del
currículo y el número de exámenes y asignaturas.
A
partir de aquí, y hasta el momento de la instauración de la II República,
debemos destacar, por su enorme importancia, dos hechos en materia de
enseñanza: La creación del Instituto Escuela y la reforma de 1926.
La
creación del Instituto Escuela se debe a una iniciativa pública de sabor privado. Se creó en Madrid,
en 1918, como un experimento educativo para extender a la enseñanza secundaria
oficial los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza. Su
importancia radica en el establecimiento de la investigación y la formación del
profesorado como actividades de Enseñanza Media, lo que supuso un revulsivo en
cuanto a concepción y metodología en este nivel.
En
cuanto a la reforma de 1926, concebida por el ministro Callejo de la Cuesta, lo
más relevante fue la creación del Bachillerato Elemental y la eliminación del
examen de conjunto para establecerlo por asignaturas.
Pocas
reformas para un período de tiempo tan amplio como el comprendido entre 1900 y
1931, sobre todo si tenemos en cuenta los frecuentes cambios de signo en los
gobiernos y la frecuencia de cambio de titular en el Ministerio, pues durante
los dos años que quedaban de regencia de Mª Cristina hubo dos ministros: uno
conservador y uno liberal, y en el período del reinado de Alfonso XIII, previo
a la dictadura de Primo de Rivera, el Ministerio cambió de manos en ¡¡¡42
ocasiones!!! Alternando los gobiernos liberal y conservador.
Fue
el pacto de la alternancia lo que salvó al sistema educativo, al contrario de
lo que ocurre en la democracia actual, en que cada cambio de signo en el
gobierno trae consigo una nueva reforma educativa, y así nos luce…
Tampoco
los cuatro ministros correspondientes a los ocho años de la dictadura entraron
en grandes reformas, pues la ya citada del 26 no supuso ninguna conmoción, sino
una mejora respecto a lo existente.
No
quiero abarcar demasiados temas en este capítulo, que podría hacerse
interminable. Lo dejo aquí, de momento, para continuar más adelante con una
panorámica de las iniciativas pedagógicas y estructurales, tanto privadas como
públicas, que tuvieron lugar entre los años 1900 y 1931, iniciativas de las que
todavía nos queda bastante que aprender.
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